Recuerdo con gran cariño los últimos Juegos, Londres 2012. Las personas que me conocen saben que un mes antes de ir me pasó algo muy duro y difícil de superar psicológicamente además de provocarme una lesión en el brazo derecho que me impedía estirarlo. Fue un momento decisivo en mi vida y a 4 semanas de que el avión saliese había dos opciones, caer y rendirme o levantarme y luchar para conseguir mi sueño, acudir a mis segundos Juegos. Fue entonces cuando decidí empezar con la rehabilitación del brazo, continuar como pude con una vida normal y centrarme en mi principal objetivo. La intensidad con la que deseaba ir a Londres junto con el apoyo de mi familia, amigos y del club San Mateo hicieron que finalmente lograse recuperarme y por fin estuviese dentro de ese avión que me llevó a cumplir una meta. Ya no era aquél sueño inalcanzable que tenía un mes antes, ahora era una realidad. Llena de nervios e ilusión salí a levantar mi primer intento, fue válido. Después salí a mi segundo intento, podréis verlo en el enlace que os indico a continuación. Justo antes del movimiento la jueza necesitó levantarse y consultar una duda pero no me desconcentré y continué. Finalmente logré levantarlo pero me sentí con dudas, y en el minuto 1:25 del vídeo empecé a decirme a mí misma «por favor, que sea válido», 4 segundos después, que para mí fueron eternos, escuché un «good lift». Aquella confirmación de que el movimiento era bueno me hizo sentir un escalofrío por todo el cuerpo y entré en un estado de éxtasis por la enorme felicidad que sentí. Llegamos allí y lo logramos. No hubiera podido hacerlo si hubiese elegido la primera opción.
Cuando me preguntan «¿qué te aporta el deporte?» me acuerdo de todo esto. El deporte me ha enseñado que, aunque hay momentos en los que pensemos que no hay solución, la vida te regala momentos increíbles e inolvidables y de nuevo todo vuelve a ser como antes o incluso mejor. Cada objetivo me lleva hacia una meta y cuando la supero es una experiencia única que no sabría describir con palabras. Os animo a que luchéis por lo que os hace feliz, nunca os rindáis, siempre merece la pena elegir la segunda opción 😉